jueves, 30 de enero de 2014

Crónicas Norteamericanas. Primera Edición.

Aquí nos encontramos otra vez, yo haciendo de escritor (más bien haciendo terapia) ustedes leyendo y comentando, permitiéndome escribir otra vez. Este juego de las crónicas (que para ser justos lo tome de las epístolas de un amigo, Ezequiel, quien comenzó a viajar unos años antes a que yo lo hiciera) empezó hace ya casi cuatro años y con un antecedente previo unos meses antes. En diciembre de 2009 fue la primera vez que me largué solo al mundo, visité Puerto Rico, Minnesota, Nueva York y Washington. La última fue una ciudad que me generó curiosidad, obviamente que los otros lugares no eran para desperdiciar (en especial NYC), pero algo en particular me llamó la atención de Washington. Los caprichos y vueltas de la vida, en octubre del año pasado (a solo dos meses de mi regreso de Europa) me adentré en la aventura de un nuevo proceso de selección. Esta vez, para una pasantía rentada en un reconocido instituto de derecho a la salud y derechos humanos que trabaja dentro de la Universidad de Georgetown. En las siguientes líneas, les pido que me ayuden a descifrar que fue lo que hace cuatro años me llamo la atención de esta ciudad y que por capricho u obra del destino, me tendrá aquí por lo menos 3 meses.

Llegué aquí el día previo a año nuevo, mala fecha para viajar, lo sé. Demasiados recuerdos, demasiados balances de un 2013 que me cambió la vida, un 2013 que vi más a mi familia y amigos por camarita que en vivo y ni siquiera pude levantar la copa con ellos para empezar el 2014. Pero amen de esto, estoy seguro que a las 00.00 del 1ero de enero estuvimos conectados. Lo primero que sentí fue el frío, cuarenta grados Celsius de diferencia de un día para el otro y al tercer día una nevada. Habían pasado muchos años desde que no veía tanta nieve junta, sin duda que el invierno es una cosa mía y que extraño mis años en el sur. Los primeros días estuvieron marcados por una transición de la vida en Córdoba a recordar mis días en Madrid, a como se vivía lejos y se empezaba de cero y por qué no sincerarse un poco, una gran transición con el idioma. Por suerte, cuando uno viaja, hace amigos, que a su vez viajan y se encuentran en lugares impensados, un grupo de españoles (los hermanos Jordi y María Gol se han convertido en hermanos y en mi segundo hogar) y latinos (Francisco el Boricua) me abrieron los brazos para que no sienta tanto la lejanía de mi Madrid querido y de mi Córdoba amada.

Así fue como el lunes 6 empecé a trabajar, no tenía mucha idea de cuál iba a ser mi tarea específica en mi trabajo, pero de lo que estaba seguro es que tenía que ver con investigación en temas de Salud y Derechos Humanos. Por suerte la cuestión se orientó por Latinoamérica, creo que esto es importante en lo personal, no digo que las situaciones de otras partes del mundo no me interesan y que también hubiese sido productivo, pero la idea de trabajar con algo que puede tener impacto (digo puede, porque el impacto no es 100%, más bien son cuestiones que terminan a lo largo de un plazo logrando algún tipo de cambio) en tu país o región, le añade un extra al día de trabajo.

La Universidad de Georgetown fue fundada en 1789 por los jesuitas y es hoy una de las universidades mejor considerada en Estados Unidos, especialmente su escuela de leyes, aparte de la privilegiada ubicación a unas cuadras del Congreso de los Estados Unidos, la Casa Blanca, la Corte Suprema y muchas organizaciones internacionales. Otro de los puntos en los que destaca la universidad es en su perfil internacional, ya que tiene muchos estudiantes de afuera y es uno de sus orgullos. También su equipo de basket tiene buen renombre dentro de la liga universitaria (que es muy popular por aquí). La vida de las clases, por lo que he visto, tiene otra lógica, las clases son de pocos alumnos y más participativas, hay que tener en cuenta que la escuela de leyes se considera un posgrado y uno ingresa una vez finalizado el “college”, es decir, cuatro años de un universitario básico. Generalmente se estudia bastante y las lecturas son clase a clase, ya que el espacio áulico está más bien pensado para debatir y siendo 10 personas en un curso, no podes zafar de hablar. Aparte me faltó añadir el dato que el año universitario aquí cuesta alrededor de 50 mil dólares, entonces más vale que se aproveche y bien. No deja de sonar raro a los oídos de un argentino, acostumbrado a la educación pública y gratuita por mandato constitucional, que se tenga que pagar tanto por educarse.

Estados Unidos no es una panacea, las sensaciones que tengo con respecto a Europa en mis comienzos son muy distintas, obviamente que hay factores externos al lugar que influyen para que lo vea de esa manera. Incluso me tocó ver una de las peores caras de Madrid y sin embargo siento que en el fondo era más natural que esto. Esta ciudad es muy linda y tiene un perfil internacional (todas las organizaciones internacionales que tienen sede aquí más las embajada hacen de la ciudad un ambiente no típicamente norteamericano). Pero en el fondo es algo distinto, que rompe con los códigos latinos y europeos que posiblemente todos los argentinos tenemos (por lo menos la mayoría de los que son hispanohablantes tenemos). Todo parece ser rush hour, para algunos el sueño americano o el estar en una posición de prestigio les hace trabajar hasta tarde y por muchos dólares que se terminan yendo entre los gastos de vivienda y comida (especialmente en DC, ya que es una ciudad muy cara). Para otros, la calle, los que quedan fuera de la lógica de la ciudad limpia, sana y culta. Gente viviendo en las calles por doquier, sin trabajo y sin oportunidades, en un sistema que si no estás a mil, probablemente te deja afuera.

Posiblemente no diga más de los que muchos dicen de Norteamérica, pero el punto no es repetir y quedar ahí. El punto es hacerse una pregunta como como ciudadano ¿Qué quiero yo como país? Y aunque hoy se cumpla mi tercera semana y me resten nueve, ya puedo asegurar que no quiero creerme el cuento de que Estados Unidos es el progreso, porque no lo es para el 90% de las personas. Lo que quiero como país es seguir manteniendo esa combinación que nos hace tan argentinos, europeos y latinos, eso es lo que somos y eso es lo que yo quiero ser y creo en un nivel colectivo deberíamos buscar ser. Seguramente Estados Unidos tiene cosas que podríamos imitar, pero no creo que sean muchas más de las que podemos aprender de Brasil, Uruguay o Bolivia.

También estos días me ha dejado una visita muy importante, un amigo de España, Kike, que se cruzó el océano para visitarme, una semana entretenida…Viaje a Nueva York (que sigo insistiendo, es la capital del mundo que queda en USA pero nada más, pertenece al mundo), partido de la NBA (con LeBron James incluído), patinar sobre hielo, comidas y salidas varias. Eso es lo lindo de viajar, los amigos, que el mundo no sea una excusa para separarnos, que sea para reunirnos, eso quiero en mi 2014, reunirme de alguna forma u otra con los que aparecieron en el camino, que ya acumula 120.372,278 km aproximadamente recorridos. Bueno y también quiero recibirme de abogado este 2014.

Una canción popular que le cantan a los niños dice “el viajar es un placer, que nos puede suceder”, por suerte me la cantaron mucho de chico y decidí que el viajar sea una filosofía de mis veinte y veintipico. Gracias a los que llegaron hasta acá, los que siempre estuvieron cuando en el camino las cosas no salen, así debe ser, en el camino tiene que haber piedras, de eso se aprende, son demasiadas personas las que extraño en este momento, pero son esas mismas personas las que me ayudan y me dan las fuerzas para vivir todas las aventuras que fui teniendo en los últimos cuatro años, cuando estas crónicas comenzaron.

Saludos desde Washington DC y buen 2014.
Con cariño.
Juan